“Es preciso repensar sobre la democracia , una de las formas de tratar el espacio público, y sobre la palabra, el hecho de dirigirme libremente al otro, una de las condiciones del espacio público.”[1]

Intentaremos analizar la evolución del espacio público urbano a lo largo de la historia, no desde el punto de vista físico-morfológico (estética y dimensiones de los edificios), ni urbanístico (distribución de usos residenciales, vivienda u oficinas, vías de circulación, zonas verdes…), sino en cuanto a la relación entre el espacio público y el individuo en un contexto histórico y socio-político determinado.

Así, de esta correspondencia, iré acotando el significado que se le ha otorgado al espacio público de la ciudad desde su aparición, y su influencia sobre la construcción de la identidad colectiva de una sociedad. Según Henri Lefebvre, «La ciudad es la proyección de la sociedad global sobre el terreno»[2]

Para ello, he tomado como referencia y punto de partida los análisis y conceptos introducidos por Jürgen Habermas respecto de la esfera pública, Michel Foucault y sus planteamientos sobre relaciones de poder y sociedades disciplinarias, y Gilles Deleuze y su punto de vista del concepto de rizoma y sociedades de control.

El espacio público en las ciudades nace a partir de la oposición con el concepto de espacio privado; aparecen unos límites o fronteras que delimitan la vida privada, en el interior de los cuales el acceso público está restringido. Habermas toma como punto de partida de la distinción entre público y privado en la Grecia clásica. En las ciudades-estado de la antigua Grecia la vida pública estuvo constituida en el Ágora y en las Asambleas, donde se reunían los ciudadanos para discutir las cuestiones del día. La esfera pública fue un ámbito abierto a debate donde se podía interactuar entre iguales[3].

En la Edad Media europea no existe la esfera pública diferenciada como tal: la publicidad[4] se pareció más a un status de reyes y señores, ya que las figuras públicas se exhibían como representantes o personificaciones de un poder superior, dando lugar al término de «publicidad representativa». La sociedad feudal estaba totalmente jerarquizada, tanto desde el poder político que correspondía con la posesión de tierras y la servidumbre de vasallos a señores, como en el poder eclesiástico, de manera que no se producía una comunicación corporal entre iguales, todo estaba supeditado a satisfacer a los superiores. Por esta razón Habermas niega la existencia de una esfera pública en la Época Feudal[5].

Fue en el desarrollo de la sociedad mercantil del s. XVI, epílogo de la sociedad feudal tardía, y antesala del capitalismo y la revolución industrial, principalmente en Inglaterra, donde se crearon las condiciones para el surgimiento de una nueva clase de esfera pública a principios de la Europa moderna. La autoridad pública dejó la vida cortesana para organizar el Estado, y la sociedad civil surgió como un campo de relaciones privatizadas bajo la tutela de la autoridad pública. El dominio privado incluyó las relaciones económicas y la esfera de las relaciones personales cada vez más ligada a la intimidad familiar. Entre el dominio de la autoridad pública o el Estado, de un lado, y el dominio privado de la sociedad civil y de la familia, del otro, surgió una nueva esfera de lo público: una esfera pública burguesa integrada por individuos privados desvinculados de la autoridad, que se reunían a debatir entre sí sobre la regulación de la sociedad civil y la administración del estado.

El surgimiento de la esfera pública burguesa tuvo dos catalizadores: Primero, el desarrollo de la prensa periódica, a finales del s. XVII y comienzos del s. XVIII. Aunque estas publicaciones se dedicaron inicialmente a la literatura y cultura, se interesaron cada vez más por cuestiones políticas y sociales. En segundo lugar, la aparición de los cafés y bares como nuevos centros de sociabilidad en las ciudades de la Europa moderna. Una parte del razonamiento de Habermas en su libro “Teoría de la acción comunicativa” es que la discusión crítica estimulada por la prensa periódica tuvo gradualmente un impacto transformador sobre la forma institucional de los estados modernos. El Parlamento se abrió cada vez más al escrutinio, haciéndose más transparente al publicar sus actas oficiales. Al contrario de lo expuesto por otros críticos, que argumentan el declive de la esfera pública con la progresiva alfabetización de la sociedad y el traspaso de la comunicación hablada a la comunicación escrita, Habermas defiende que la aparición de los periódicos propició el foro de debate y discusión idóneo en los bares y cafés de la ciudad para afianzar la esfera pública de comunicación entre iguales de los inicios de la época moderna.

El declive de la esfera pública burguesa, a finales del s. XVIII fue el resultado de dos situaciones: por un lado, la separación clara que existía entre estado y sociedad civil fue desapareciendo, de manera que el estado asumió un carácter cada vez más intervencionista y se hizo cargo más y más de la responsabilidad de administrar el bienestar de los ciudadanos. El estado empezó a percibir la esfera pública como una amenaza y como el inicio de las posibles revueltas populares, así que inició una persecución encubierta contra las instituciones que alguna vez proporcionaron apoyo a la esfera pública, que desaparecieron o sufrieron una transformación radical. Por otro lado, los medios de comunicación se conformaron como empresas a gran escala, lo que transformo su espíritu de fórum de debate en un producto de consumo cultural, y la esfera pública en un mundo simulado de creación de imagen y de manejo de la opinión en el que la difusión de los medios de comunicación se pone al servicio de intereses creados[6].

Con la disolución de la esfera pública burguesa, Habermas nos dice que la vida pública de las sociedades modernas ha tomado un carácter casi feudal. A través de las técnicas de los medios de comunicación se dota a la autoridad pública del aura «casi» divina y el prestigio que tenía en la Edad Media.

Al observar el paso de la historia y la transformación de los medios de comunicación respecto a su nacimiento en torno a la burguesía, podríamos decir al igual que Guy Debord[7] en «La sociedad del espectáculo», que todo el aparato de los medios de comunicación está subordinado al capital y al poder, con el simple objetivo de controlar el tiempo, las actividad de las personas, para aumentar su productividad, controlar sus gustos y sus hábitos, e influir en su concepción del bienestar y de la autoridad, generando falsas condiciones de bienestar que apaciguan el espíritu crítico y amansan a las personas, que se convierten, por un lado, en productores que alimentan la riqueza de los que controlan el capital, y por otro en consumidores que, de una manera «falsamente» libre, satisfacen sus necesidades mediante el consumo. Está claro que bajo estas condiciones podemos hablar de la desaparición del espacio público tal como lo entiende Habermas, como foro abierto a debate, donde se produce una comunicación entre iguales.

Quizá la desaparición de la esfera pública de Habermas a partir de la revolución francesa coincide con un cambio radical en la organización de sociedades y estados, así como la relación entre ellos, con el célebre “libertad. Igualdad, fraternidad”. En este punto de inflexión se situaría el inicio de una nueva concepción de las relaciones sociales basadas en el poder. Foucault, a través de estas relaciones de poder nos podrá ayudar a comprender los mecanismos morfológicos que se aplican para la configuración del espacio público y su relación con el individuo y la colectividad. Para definir los mecanismos que conforman la sociedad europea posterior a la revolución industrial, Foucault recurre al concepto de poder, como origen de lo que llamará sociedades disciplinarias.

El poder está siempre presente en cualquier tipo de relación: relaciones físicas sobre las cosas, nuestro entorno construido y la arquitectura, relaciones en la comunicación, bien en las comunicaciones recíprocas entre sujetos, o mediante la modificación del cambio de información, por ejemplo, el control de los medios por parte de la autoridad que supuso para Habermas la muerte del espacio público, y relaciones humanas, de acciones de hombres sobre otros hombres. Estas relaciones de poder se combinan entre sí y se superponen, dando lugar a las disciplinas.

Las relaciones de poder existen y están presentes en todas las sociedades, producen diferenciaciones, persiguen objetivos, se instrumentalizan, se institucionalizan, y se combinan en estrategias más complejas para ejercer el poder sobre grupos de una forma masiva y universalizada.

El poder ejercido por el Estado es a su vez totalizante e individualizante, – y en este hay una fuerte herencia del poder pastoral, de la Iglesia Católica: totalizante en el sentido que ignora a los individuos en beneficio de una totalidad o un grupo de ciudadanos, e individualizante en el sentido religioso de que el poder (o la divinidad) cuida de cada uno de nosotros y nos ofrece la salvación (en éste o el Otro mundo).

La naturaleza específica del poder no es concentrada ni difusa (aquí vemos un cambio respecto a lo que podemos apreciar hoy en día en la capilaridad y difusión de las estructuras de poder actuales), solo existe el poder que ejercen unos sobre otros, conduce su conducta y sus acciones.

El verdadero interés de Focault se centra en el individuo, y cómo éste se conceptualiza en sujeto, integrante de una colectividad ubicada en un espacio físico con unas condiciones socio-políticas determinadas. El poder es una de las formas de objetivación del ser humano en sujeto, junto con la ciencia, las prácticas divisorias o relación de contrarios, y la sexualidad.

En el panóptico de Jeremy Bentham encontramos materializadas las ideas de relaciones de poder de las sociedades disciplinarias. Foucault nos dice al respecto que “no hay necesidad de armas, violencia física o restricciones materiales. Sólo una mirada inspeccionadora, una mirada en la que cada individuo bajo su autoridad acabará interiorizando hasta el punto de ser su propio observador, cada individuo que ejerce la vigilancia sobre y contra él mismo. Una formula estupenda: el poder ejercido continuamente y presentado con un mínimo coste”[8]

Jeremy Bentham en 1787, influenciado por la arquitectura utópica de Boullée y Ledoux, ideó un esquema de prisión que nunca se llegó a construir pero que ha ejercido una gran influencia sobre “el poder de la mirada”. Se trata de un edificio cilíndrico con el perímetro ocupado por las celdas de los prisioneros aislados, y el centro ocupado por el punto de vigilancia y control, generando una influencia continuada que desembocaba en el sometimiento y obediencia de los reos, “hacer que la vigilancia sea permanente en sus efectos, incluso si es discontinua en su acción”[9].Se trata de una de las estrategias de poder generadas a través de una espacialización determinada.

Podemos encontrar diversas referencias a la materialización del poder en el espacio público, así como otras reflexiones críticas desde un campo artístico en el libro “Políticas del espacio”[10], de José Miguel G.Cortés. Desde la reforma de Paris a cargo del Barón Haussmann basada en dar acceso a los vehículos rodados al interior de la trama urbana para facilitar la vigilancia sobre el pueblo, hasta los regímenes totalitarios del s.XX en Europa, Hitler en Alemania, y Stalin en la URSS, a través de grandes espacios deshumanizados, a una escala totalmente ajena de la del individuo, e invivible desde el punto de vista de las relaciones corporales, pensados para acoger a las grandes masas de gente reunidas para escuchar y arengar las ideas del dictador, creando una arquitectura de la propaganda política al servicio de la perpetuación del poder. Más recientemente, la presencia de las cámaras de vigilancia en los espacios públicos, forma ciudades jerarquizadas y ampliamente vigiladas, con una ubicación calculada de los individuos en el espacio que de modo discreto y sutil forman ciudades “perfectamente gobernadas”. Son numerosas las manifestaciones artísticas que han reflexionado sobre las sociedades disciplinaria y la vigilancia, a través del cine (Fahrenheit 451 de Truffaut, Un chant d´amour (1950) de Jean Genet,,,), la literatura (1984 de Georges Orwell) o en las artes visuales con los trabajos de Bruce Nauman (Video Corridor), o las arquitecturas imposibles de Isidro Varcálcel Medina.

La autoridad tiene un alto conocimiento de la conciencia y de la mente humana, y una gran habilidad para dirigirla. Pero, tal como dice Foucault[11] las relaciones de poder no existen sin los medios de escapatoria o de fuga posibles. El objetivo de la sociedad actual está, para Foucault en «Imaginar y construir lo que podríamos ser para librarnos de este tipo de doble vínculo político, que es la simultánea individualización y totalización de las modernas estructuras de poder», y «debemos promover nuevas formas de subjetividad a través del rechazo de este tipo de individualidad que nos ha sido impuesta durante siglos»[12]. En las sociedades disciplinarias sabemos quién está al frente de las relaciones de poder, son sociedades jerarquizadas y piramidales (similares a las Feudales, según Habermas), en las que identificamos quien nos somete, y por lo tanto la sociedad identifica el origen del sometimiento y sabe contra quién o quienes ha de luchar y rebelarse. El espacio público aquí toma un significado fundamental: representa la colectividad, es el patrimonio que la historia ha dejado a la sociedad, y para luchar contra el poder se debe ocupar. De la misma manera que el poder utilizaba el espacio como propaganda de su poder en los multitudinarios mítines, el pueblo ocupa el espacio público en sus luchas contra ese mismo poder, mediante las huelgas y manifestaciones en las sociedades disciplinarias. Estos eventos dan significado al espacio público de la ciudad, y éste queda legitimado. En las sociedades de las fábricas y de las escuelas tienen sentido las agrupaciones sindicales y las revueltas estudiantiles. La lucha del pueblo contra el poder llega a su punto álgido durante las revueltas populares y estudiantiles que tienen lugar en París durante el mes de Mayo del 68, que provocaron un cambio de conciencia del poder hacia el pueblo, y un cambio del modelo de conocimiento y de relaciones que dará lugar a un nuevo tipo de sociedad: las sociedades de control y el rizoma de Deleuze y Guattari.

El Rizoma es un modelo descriptivo o epistemológico en el que la organización de los elementos no sigue líneas de subordinación jerárquica, sino que cualquier elemento puede afectar o incidir en cualquier otro, generándose un sistema de relaciones horizontales y cruzadas en las que no existe un centro, generando un sistema inter-dependiente e inestable.

Como antecedente al modelo de Rizoma[13], con una lucidez visionaria, ya en 1945 Vannebar Bush nos hablaba del problema del acceso a la información y a los estudios generados en cualquier campo del conocimiento, como el principal impedimento al progreso de las investigaciones y al avance del conocimiento del ser humano.Bush propone una máquina, el MEMEX[14], de gestión y clasificación de la información en base a procesos de asociación, en lugar de los procesos lineales establecidos muy distantes de los procesos cerebrales del ser humano. Además, en su visionario artículo pensaba que existirán oficios dedicados a generar esos «caminos de asociación de la información», que 60 años más tarde se han convertido en las empresas más influyentes del planeta que se encargan de realizar esas asociaciones en la información, como  los buscadores de Internet.

El modelo rizomático de conocimiento – que presenta analogías con el MEMEX – se ha desarrollado en las sociedades actuales gracias a la aparición y desarrollo de los computadores y sus rápidos cálculos. Las herramientas informáticas que utilizamos para acceder a la información (buscadores de internet, blogs, wikis…) y para establecer relaciones en las redes sociales (facebook, tweeter, myspace…) basan su funcionamiento en base a algoritmos que establecen relaciones horizontales entre conceptos o personas con algún punto en común, llevándonos de uno a otro mediante la navegación. Los ordenadores son nuestra principal ventana a la información, que por lo tanto nos llega codificada por el modelo  rizomático que utilizan. A medida que avanza la importancia de los ordenadores en la vida individual y social, se afianza el modelo de rizoma como válido para explicar la sociedad actual, y los parámetros que definen la sociedad de control toman importancia.

Para definir las características de las sociedades de control, lo haremos a través de la oposición de conceptos respecto a las sociedades disciplinarias, retomando el ejercicio que propuso el doctor Miguel Morey durante su seminario en la Facultad de BBAA de San Carlos en Valencia, en Febrero del 2010. Definiremos las diferencias entre las sociedades disciplinarias de Foucault y las sociedades de control[15] de Deleuze en la siguiente tabla de doble entrada:

Sociedades disciplinarias Sociedades de control
Teórico Foucault. Deleuze.
Cronología Desde finales del s. XVIII, XIX, hasta principios del s.XX. A partir de la Revolución Industrial, se produce el cambio de las Sociedades Soberanas a las Sociedades Disciplinarias. S.XX hasta nuestros días.

Desde la aparición de las computadores en la sociedad.

A partir de las revueltas populares de Mayo del 68.

Distribución Las disciplinas se ejercen en los centros cerrados (desde la familia hasta la fábrica, pasando por la escuela, el hospital, el cuartel, la cárcel), con una configuración heredera del modelo panóptico de Jeremy Bentham. La configuración de estos centros ejerce un control sobre los usuarios desde un punto de vista central, actuando sobre su conducta, su relación con el espacio y el tiempo y con los otros usuarios. El control se ejerce al aire libre, constantemente en cualquier situación y espacio.
lenguaje Existe un lenguaje común en todos los centros de encierro, un lenguaje analógico . Sistema de geometría variable con un lenguaje numérico, no siempre binario (esto significaría que este control está ejercido a través de lenguajes informáticos ejecutados por la computadora).
Estrategia Moldes rígidos y siempre iguales para cada persona del centro. Modulación, constantemente cambiante y a cada instante, como un tamiz cuya malla varía en cada punto.
Tiene una larga duración, infinita y discontinua. Se ejerce a corto plazo mediante una rotación rápida.
Organización Fábrica, alta producción con bajos salarios. Empresa, es un alma, es etérea.
Enseñanza Escuela, Examen. Formación permanente, Control continuo.
Forma Jurídica Absolución aparente entre dos encierros. Aplazamiento ilimitado en continua variación.
Identificación del individuo Dos polos: la marca que identifica al individuo y el número/matrícula que indica su posición en la masa. Poder al mismo tiempo masificador e individuante, forma un cuerpo con aquellos sobre quienes ejerce al mismo tiempo que moldea la individualidad de sus miembros. Esto tiene su origen en el poder pastoral, la dualidad entre comunidad y el hecho de que la divinidad se ocupe de cada uno de nosotros). Lo importante es una cifra, una contraseña. Cifras que marcan o prohiben el acceso a la información, hasta un determinado nivel. La contraseña te otorga determinados privilegios (Esto lo experimentamos continuamente en los controles físicos en las diferentes instituciones, así como en los accesos virtuales a páginas que demandan contraseña) Las masas se convierten en indicadores, mercados…..
Economía Monedas acuñadas que dependían de la cantidad de oro que poseía dicha sociedad. Intercambios fluctuantes, porcentajes de diferentes monedas tomadas como muestra.
Individuo Topo: Productor discontinuo de energía (y de riqueza). Serpiente: ondulatorio, permanece en órbita, suspendido sobre una onda continua.
Individuo encerrado Individuo endeudado
Maquinaria Máquinas energéticas. Máquinas informáticas y ordenadores.
Capitalismo Capitalismo de concentración, tanto en la producción como en la propiedad.

Producción: compra materias primas y vende productos terminados.

Capitalismo de especialización y de colonización.

Producto: Compra acciones y vende servicios.

El rizoma surgió como respuesta a una sociedad tremendamente jerarquizada y oprimida, como modelo liberador para el sujeto de las sociedades disciplinarias ofreciendo un nuevo sistema de conocimiento transversal que le permitía luchar contra las jerarquías cuasi-feudales establecidas, según Deleuze[16]. Ahora bien, a su vez se ha instaurado no solo en el conocimiento del pueblo, sino que los sistemas de poder lo han apropiado para generar una nebulosa de relaciones que difumina las responsabilidades inherentes al ejercicio del poder y confunde a la colectividad, que se siente no-libre y condicionada. Poder político y poder económico están conectados, y en esta interconexión se toman una serie de decisiones sin responsabilidad visible, generando consecuencias imprevisibles para el individuo. El poder democrático, el sistema económico, las corporaciones,…, en definitiva las cabezas visibles de los sistemas de poder se establecen en una nebulosa de relaciones rizomáticas en diferentes capas difusas, con el objetivo de diluir una de las condiciones del sistema de poder: La responsabilidad. Este dispositivo de poder, de relaciones dependientes que desdibujan su representación y su responsabilidad, crean en el sujeto un efecto de desconcierto y desesperanza al sentirse impotente frente a la arbitrariedad del poder, y su disolución. Citaremos como ejemplo la difusión de responsabilidad en las grandes compañías telefónicas ¿Quien no se ha pasado horas y horas al teléfono pasando de una persona a otra sin resolver el problema, hasta llegar a la desesperación y la impotencia?

El individuo no identifica de donde viene esa acción, por lo que no sabe contra quien luchar, ni contra qué, ni de qué manera. Esto produce un efecto de desaliento y resignación en la sociedad, a la vez que suprime uno de los significados que tenía el espacio público en las sociedades disciplinarias: apropiación del espacio por parte de la colectividad para unir fuerzas y rebelarse.

En este sentido quisiera establecer una analogía con las teorías del sociólogo Michel de Certeau acerca del funcionamiento de los barrios marginales y los ghettos[17]. De Certeau nos explica una sociedad de gueto a través del efecto de arbitrariedad del acto de poder y difusión de sus estructuras –las bandas callejeras-, las cuales generan, por este orden, miedo, desconfianza, desesperanza,  aislamiento en los ciudadanos, y deterioro del espacio público. ¿Lo podríamos extrapolar a nuestro momento actual, sustituyendo el poder de las bandas callejeras de la favela por la evaporación rizomática de la figura de poder capitalista ultra-liberal? Si es así, ya conocemos los efectos que esto producirá en el espacio público de la ciudad: pérdida de significado, descuido y deterioro, a no ser que encontremos los mecanismos para evitarlo.

¿Como ejercer el poder de la colectividad contra el poder establecido de la sociedad de control? Como dice Foucault, no existe relación de poder sin lucha de resistencia, y el espacio público se desarrolla en la búsqueda del camino para rebelarse contra el poder establecido. Ha de ser a través de la reivindicación del espacio público como foro de intervención e intercambio de conocimiento, así como la proyección de la formación de la identidad colectiva de una época.

Guattari acuña el termino de ecosofía[18] en el que reune las estrategias urbanas para hacer frente la máquina del capitalismo salvaje de las sociedades de control. Aspirar a polarizar los espacios de la ciudad hacia nuevos universos de valor que concedan una producción de subjetividad no segregadora y a su vez re-singularizada. Las nuevas tecnologías tienen un papel fundamental en la transformación urbana. Reivindica una conversión ecosófica de las prácticas arquitectónicas y artísticas de intervención en el espacio público, mediante una captación que se esfuerce en articular puntos de singularidad, una expresión que no se cerrará sobre sí misma, sino que se articulará en el conjunto de la disposición comunicativa de la cual es objeto, y una transferencia de singularidad entre el artista creador de espacios y la subjetividad colectiva.

De esa “subjetividad colectiva” de Guattari, de la esfera de la experiencia estética de comunidad, surge según José Luis Brea[19] el concepto de fraternidad, quizá capaz de resolver el conflicto político esencial de lo moderno, el de componer los objetivos de libertad e igualdad (o libertad y justicia). Cualquier resolución suele atravesar la priorización de una u otra idea reguladora, en detrimento de la segunda. Plantea la resolución de este conflicto mediante  la tercera de las voces, la de la fraternidad. La idea de la fraternidad concierne de modo muy específico a la esfera de la experiencia estética, pues es en ella donde se deposita el contenido mismo del sentimiento de gregariedad, de comunidad. El origen del placer estético está en la experiencia del reconocimiento de una semejanza estructural con los otros sujetos en la coincidencia en el juicio del gusto, la valoración del objeto y en la misma experiencia.

La experiencia estética común, que pueden proporcionar las intervenciones artísticas, como elemento unificador de la colectividad disgregada de la sociedad de control, deberían ser una solución al equilibrio entre la libertad y la igualdad que no encuentra la sociedad actual. Si estas intervenciones,  acordes a un criterio estético colectivo tienen lugar en el espacio público y con criterios ecosóficos de disposición comunicativa, podemos en este camino encontrar nuevos significados al espacio público.


[1] Jacques Derrida, No escribo sin luz artificial (Madrid: cuatro ediciones, 1999).

[2] Henri Lefevbre, La vida cotidiana en el mundo moderno, Alianza. (Madrid: Alianza, 1968).

[3] El ágora griega como un ámbito abierto de debate en el que aquellos individuos que tenían reconocido por derecho el status de ciudadanos podían interactuar entre sí como iguales. No así los esclavos. Este es uno de las críticas más generalizadas realizadas al concepto de esfera pública de Habermas: obvia ciertas capas del tejido social de la época para justificar su concepto. Pasa con el papel de los esclavos en Grecia, al igual que con las mujeres en la época feudal, apartadas de la vida pública.

[4] Del inglés “publicness”, que se refiere a lo público, al contrario de “publicity” término que se identifica con reclamo publicitario

[5] Jürgen Habermas, Teoría de la acción comunicativa. Tomo II. Crítica de la razón funcionalista (Madrid: Taurus – Santillana, 1987).

[6] Habermas anticipa aquí la desaparición de los medios de comunicación independientes, y la influencia que tendrán los «mass media» en la opinión de la comunidad, poniéndose al servicio de las partidos políticos en sus campañas electorales de la era de la T.V. Incluso, la manipulación que ejercen sobre la información, que llega adulterada al ciudadano, siempre al servicio del poder.

[7] Guy Debord, La sociedad del espectáculo (Champ Libre, 1967).

[8] Michel Foucault, “El Sujeto y el poder,” 1982.

[9] Ibid.

[10] José Miguel G. Cortés, Políticas del espacio: Arquitectura, género y control social (Barcelona: IAAC y Actar, 2006).

[11] Foucault, “El Sujeto y el poder.”

[12] Ibid.

[13] Además de este antecedente podríamos encontrar conexión entre el rizoma y los descubrimientos científicos que tienen lugar en la sociedad posterior a la IIGuerra Mundial, entre los que podríamos destacar los estudios del Dr. Ramón y Cajal en el funcionamiento del cerebro humano, las neuronas y lasa conexiones que se establecen entre ellas

[14] Vannebar Bush, “¿Cómo podríamos pensar?,” Atlantic Monthly, Julio 1945.

[15] Gilles Deleuze, “Post-scriptum sobre las sociedades de control,” en Conversaciones 1972-1990, Pre-textos. (Valencia: Pre-textos, 1995).

[16] Gilles Deleuze y Félix Guattari, MIL MESETAS. Capitalismo y esquizofrenia (Valencia: Pre-textos, 1988).

[17] Michel De Certeau, La invención de lo cotidiano (Paris: Gallimard, 1990).

[18] Félix Guattari, “Prácticas ecosóficas y restauración de la ciudad subjetiva,” Quaderns d´arquitectura i urbanisme, 2007.

[19] José-Luis Brea, La era post-media (CASA, 2002).